jueves, 5 de febrero de 2009

:.:.:PuEnTe:.:.:

El puente de maderas podridas, ya de color verde por la variada flora que lo cubría, estaba en su posición normal:

Perpendicular a la dirección del brutal, gris y contaminado río.

En él se alvergaban cebollas (que brotaban entre la madera y los pilares que lo sostenían), de enredaderas con espinas, de algas marinas, hacelga, y algunas malas yerbas y hongos venenosos.

Yo, sentado al borde, dejando caer mis piernas hacia el río, mirando la sucia marea provocada por el fondo irregular y empinado de la corriente urbana.

En ese mismo lugar, hace décadas, unos espectros de botas y M's 16, botaban cadáveres a plena luz del día, y desaparecían los cuerpos bajo la superficie de la ciudad, en las cloacas, donde dicen que habita una lombriz solitaria que los deboraba. Por eso, no se les veía más. No se aparecían por ahí, ni penaban a sus viudas esposas. Ni siquiera los vió San Pedro en las puertas del cielo, y no por comunistas, sino que porque la lombriz se quedaba con su alma roja.

Esa vez, en un día común de un año cualquiera, creí descubrir la realidad.

Llegó la noche y el viento primaveral desplazó al sol de invierno que mantenía iluminadas las calles, pero su calor lo contrarrestaban las nubes otoñales provenientes de la humedad veraniega.

Mis pies casi rozaban el agua mientras yo estaba distraído mirando la materia girs de santiago perderse entre rocas y escombros. Depronto, una mano salió del río y me tomó por el tobillo. Mi impresión fue tanta, que salté para atrás solo con el impulso que me dí con las manos.

El río empezó a subir por el puente y creó una ilsa de madera y verduras podridas conmigo en el centro.

Salian burbujas que nacian, crecian y estallaban tan rápido como un diputado se sube el sueldo.

Eran millones de burbujas por todas partes, pero después de las primeras explosiónes, su cantidad empezó a reducír, bajó la marea y dejó ver una multidud de gente azul grizácea atada entre sí, gimiendo auxilio y lloriquiando plegarias mientras se contorsionaba sumergida
en líquido amniotico.

El puente de maderas podridas, ya de color verde por la variada flora que lo cubría, estaba en su posición normal, y yo rodeado de cadáveres que no tubieron opcion de hablar con San Pedro, ni de visitar a su familia, ni de penar o perturbar a su verdugo.

3 comentarios:

  1. asdhjasd como qe me pillaste en un momento taldo que me hizo encontrarlo como especialmente brigidamente-choro, eres lo máximo isma ~ (L)

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  2. (:
    que seco que eres...

    suerte. colores. nubes y pedazos de cielo para que sigas escribiendo bacán!

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  3. cuático que los verdugos siguen vivos y llevan una vida de lo mejor en libertad, gozando como clase alta que son.

    mala volá esa.
    cuático igual el texto. como de zombis un poco xd, pero con contenido, claramente.

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