Tranquilidad de cementerio clausurado.
Olor a espera impaciente.
La huella de una melodía que no dejó de sonar por varias horas.
Calma reconfortante después del chillido insoportable de una tetera oxidada.
Y de repente…
…Suena el teléfono.
Nadie se levanta a contestar y todos esperan que el otro tome el ruidoso artefacto, pero no pasa nada.
Ahí está el teléfono sonando por largo rato y nadie hace movimiento alguno.
Finalmente, uno se resigna y toma el moderno aparataje, y lo coloca junto a su cara de modo que un auricular queda en su oreja y el otro al lado de la boca.
“¿Aló?”
-“Tuut, tuut, tuut, tuut”-
“¡Mierda!”
Y como una manopla contra un rostro juvenil, estrella el teléfono contra la mesa.
Y ahí queda.
Nuevamente el silencio y tranquilidad de siempre.
Se deja caer en el sofá, y se hunde en el como cuchillo caliente en la mantequilla.
Sus ojos contra un punto fijo.
y las monedas…
estrauberrifilds forever
Hace 14 años
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