sábado, 27 de diciembre de 2008

4:11 a.m

Estábamos todos.
Éramos.


Parecía ser una especie de camarín abandonado, sucio, oscuro, y con mal olor.

Había una “sala” central con casilleros en los costados y un par de bancas largas en el medio, desde la muralla del fondo hasta los espejos del otro lado del pasillo…

Doblando por la sala central hacia la derecha, estaban los baños.

Habían seis inodoros sin tapa y sucios en el costado izquierdo encasillados en cubículos, al fondo habían urinarios y al lado derecho estaban los lavamanos.

Completamente al otro lado del camarín, estaban las duchas.
Era una gran sala de baldosa blanca y con sarro. Era más o menos de 7 metros de ancho y 7 de largo, y bastante alta. Unos 3 metros de alto.

De las murallas, por entre las baldosas salían las duchas. Más que duchas eran tubos doblados.

Más abajo estaban las perillas. Una de agua fría y otra supuestamente de agua caliente.



Por más que busqué, en ninguna parte vi ventanas ni puerta.

El asunto es que estábamos todos.



Por donde mirara veía escenas asquerosamente bizarras.

Habían entre 40 a 50 personas…todas conocidas, pero nadie notaba que yo estuviera ahí.

No recuerdo como mierda entré, pero apenas lo hice vi un par de tipos cerca de los casilleros. Estaban bebiendo vodka de una botella de vidrio azul. Bebían a destajo.
Cada tres tragos, el del pelo extraño se agarraba la entrepierna por debajo del pantalón tratando de acomodarlo, mientras que el otro, el que alguna vez tuvo el pelo extraño, se lo miraba con los ojos como platos.

Seguí caminando por el pasillo de los casilleros, y un poco más allá, en la banca izquierda, una joven con aspecto de vieja fumaba el cigarro número 14 de la noche. Lo apagó en su pierna y la colilla cayó al suelo, donde estaban las otras colillas mojadas.




Al fondo del pasillo, había unos energúmenos que alzaban sobre sus cabezas unos paños azules y los agitaban mientras daban gritos como simios.


Me devolví a mi punto de partida y decidí ir a la derecha.

Apenas doblé por la sala central, vi un tipo obeso con afro y lentes que vomitaba en las piernas de otra tipa mientras le decía que nunca debió haberlo hecho y que se quería ir a su casa.

Esa penosa escena terminó por convencerme de que no era un lugar normal, o de que estaba demasiado drogado.

Traté de entrar a un inodoro, pero cuando abrí la puerta, vi a una joven mujer que le limpiaba el culo a otro webetas, y mientras ella lo limpiaba, el tipo se masturbaba sin pudor mirando al techo como alabando al señor.

Cerré rápidamente la puerta y entré al baño de al lado.

En este, un tipo le golpeaba la cabeza a su novia contra la muralla, y luego le sumergía la cabeza en el inodoro. La joven se ahogaba con su propia sangre que le brotaba por la boca, nariz y pómulos.

Me fui a las duchas, a ver que había ahí, y cuando llegué, vi una pareja joven en pelotas.
El tipo estaba entre las piernas de ella moviéndose como bestia.
Le sostenía los muslos como a un metro del suelo, y le mantenía las extremidades inferiores suspendidas. Ella tenía el pecho apoyado en el suelo, y con las manos trataba de empujar la muralla que tenía en frente.
El pelo le cubría la cara, por eso no podía ver bien quien era. Además estaban de espaldas a mí y no parecía que fueran a cambiar de posición.

De repente, ella se sacó el pelo de la cara, volteó la cabeza y clavó su par de ojos azules en los míos, y con cara de felicidad, o más bien de complicidad, volvió a su posición inicial y empezó a jadear y fingir orgasmos.

Inmediatamente al lado, una mujer estaba cagando en cuclillas.
Me pidió que me acercara, y me empezó a hablar en el idioma universal del coma etílico.
No entendí ni media palabra, así que me fui.

Después, otra tipa se acercó y me apretó la entrepierna, pero cuando me soltó me aparté.
Ya había decidido no volver a verla.









No se como llegué.
No se como irme.
No se si está bien y no se si esta mal.
No se si estoy sobrio, ebrio, duro, a 100 metros de altura, no se si voy a necesitar otro en dos minutos más.
No se si mañana estas personas recordarán lo de hoy.

La música que ha estado sonando toda la noche, es el manifiesto De Un Brujo sumido en marihuana.

Y ni siquiera se que hago aquí, sentado en este inodoro solamente con un gorro puesto sobre la cabeza, escribiendo todo esto sobre un pedazo de papel higiénico.




24 de diciembre

Navidad sin viejo pascuero

Isla negra

4:11 A.m.

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