Caminando sin pisar, guiado por el as de luz que brillaba y giraba en las alturas, más cerca del horizonte que del firmamento, no alcancé a divisar la piedra ermitaña que me hizo caer.
Por donde caminara, hacia donde fuera, miraba bien, revisaba el piso y luego seguía avanzando. Pero ahí se ponía la maldita piedra y de hocico de nuevo.
Ya al sexto día de haber emprendido el rumbo, cruzando una galería donde vendían ropa de fiesta, una joven se me apareció. Creo que la conocía, la había visto, pero nunca había hablado tanto con ella como para saludarla. El asunto es que me vio y se acerco a saludar y yo le devolví el saludo, y cuando estaba mi mejilla acercándose a la suya, a lo mejor “el exorcista”, su cabeza dio un giro de 45º y no pude evitar el contacto labial que en algunas partes se hace llamar “beso”.
Desde ese momento ya no me la pude sacar de encima, y tampoco quería hacerlo, así que la lleve conmigo y ella no se negó.
Me tomaba la mano con una calidez extraordinaria. A veces sentía su pulso a través de su mano.
La piedra ermitaña me seguía de cerca, vigilando cada “no paso” que dábamos.
Vimos un día, en un cerro árido, unos quinientos cuerpos muertos.
Estaban todos vestidos de terno, y en las manos tenian botellas rotas.
Ella se reía a carcajadas, llegaba a llorar de la risa, pero no la culpo, tanta gente muerta junta no es para menos.
De repente ella me volvió a tomar de la mano y me llevó corriendo hasta un faro inmenso, tan grande que las nubes de monóxido y polución impedían ver la cumbre, y por ende, su luz.
Ahí, fuera de todo pronóstico, sentí la necesidad de hablarle por primera vez, y lo único que pude decirle fue esa estigmatizada frase, la que se mal usa y de la que se abusa con inmoralidad, más por los hombres que por las mujeres. Un incrédulo “te amo” se me resbaló de la boca, y vi la frase escrita en negro salir por entre mis labios lentamente mientras la decía.
Ella sonrió, sus ojos negros brillaron, ladeó un poco la cabeza (todavía sonriendo), y dijo lo que toda la gente expectante espera sentada frente al televisor: “yo igual te amo”
Aunque fuera mentira, un alivio me cayó como una puntada desde el cráneo hasta la planta de los pies, y supe que era ella la indicada.
Caminamos por la vida viendo caerse ciudades, viendo imágenes computarizadas en pantallas gigantes, viendo disturbios en las calles de Sudamérica, viendo guerras y caos a causa de un desacuerdo religioso, y todo parecía hermoso.
No pasó más de un día, y de repente nos detuvimos, nos volvimos a mirar, y me dijo: “Ya es muy tarde, me tengo que ir”, y le respondí:”Bueno, que te vaya bien”…
Dio la media vuelta y se fue.
Mientras se alejaba, oraba porque se diera vuelta solo una vez, pero nada.
Así suele ser.
Nada.
Pero de vez en cuando pienso en ella y me río, no atino a hacer nada más.
Y a veces pienso en ella y lloro, porque sé que la voy a ver por ahí, y no sabría que decirle…
Luego se encendió la luz; era mi padre que me levantaba para ir al aeropuerto.
estrauberrifilds forever
Hace 14 años
Ya te dije un poco lo qe opino de este, es muy lindo & triste pero bonito! no se si lo entiendes xd pero tampoco quiero poner tanto acaa porque me cohibo posteando D:
ResponderEliminarte conté que lo encuentro muy lindo y que el final lo hace aún mejor?
ResponderEliminarya sabes, algún dia conoceremos ese faro de los 12 segundos de oscuridad.
cuidate ismaelillo_.